Por César Sánchez Martínez
Director del Instituto FINANPOS
Es
irónico, contrastable y comparable la situación que vive el cooperativismo
peruano. Mientras por un lado, hay quienes atentan contra el modelo, por
desconocimiento o intereses particulares; por el otro lado, en naciones vecinas
y países industrializados, el modelo es alentado y promocionado como
alternativa de desarrollo social. En la viña
del Señor se ha dicho y escrito de todo en los últimos meses. Hay quienes
proponen que las cooperativas de ahorro y crédito sean supervisadas y reguladas
como si fueran entidades financieras.
Se olvidan que habría que aplicar a las cooperativas las normas y regulaciones bancarias que las mismas entidades financieras no logran cumplir a cabalidad por los riesgos del mercado, sujetos a realidades foráneas y cambiantes, siendo el reciente ejemplo, la Caja Rural “Señor de Lúren”.
Se olvidan que habría que aplicar a las cooperativas las normas y regulaciones bancarias que las mismas entidades financieras no logran cumplir a cabalidad por los riesgos del mercado, sujetos a realidades foráneas y cambiantes, siendo el reciente ejemplo, la Caja Rural “Señor de Lúren”.
Hay otros
que incentivan que las cooperativas sean tratadas como sociedades, ignorando
que son sui géneris en su naturaleza, porque los asociados o socios son también
los mismos clientes. Se pretendió normarlas en el marco de facultades
legislativas “extraordinarias”. Y es irónico, porque tanto el cooperativismo
como las finanzas, vía “bancarización” contribuyen al desarrollo económico del
país.
El
movimiento cooperativo peruano tiene más de 50 años de institucionalidad, sin
contar los principios desarrollados que tienen más de un centenar de años en el
país y con resultados financieros y sociales altamente positivos y medibles. La
presencia de algunas empresas u organizaciones llamadas “cooperativas”, que no
son supervisadas por nadie, no significa que todo el movimiento cooperativo
actúa en forma irregular. En el pasado, algunos bancos quebraron y hasta se
hicieron leyes con nombres propios, y no por eso, todos los bancos son malos y
actúan en forma irregular.
El
cooperativismo tiene valores y principio sólidos, razón por la cual su
naturaleza organizacional permite obtener rentabilidad social y financiera para
todos los asociados. Además, en el caso de las cooperativas de ahorro y
crédito, la FENACREP (Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito
del Perú) tiene la responsabilidad de supervisarlas.
Es
importante destacar que a diciembre del 2014, el número de socios de las 163
cooperativas supervisadas por la FENACREP fue de 1¹000,413, (ahora son más)
cifra que representó un incremento del 12.16% respecto a 2013. Es decir, hay
cada vez nuevos asociados cooperativistas en Perú. A diferencia de la
“bancarización”, la población tiene mayor confianza en las cooperativas, porque
éstas se promocionan básicamente, no con anuncios publicitarios, sino por el
consejo de amigos y familiares que reciben los beneficios de una cooperativa.
El simple y gratuito consejo de la comadre, influencia más que el bonito spot
publicitario de la televisión que costó miles de soles.
La
“bancarización” oscila entre el 25% y 40% de la población, según diversas
fuentes y estudios y la promoción de la misma es realizada aún por las
entidades gubernamentales. La “cooperativización” está por debajo de ese
porcentaje y no tiene ente promotor en el sector gubernamental. Se estima que
la población mayor de edad que ahorra en las cooperativas está entre el 12% y
15%, es decir, más de 1.4 millones de personas, según las cifras públicas. La
FENACREP revela que al cierre de 2013, había solamente en las cooperativas de
ahorra y crédito 1.26 millones de ahorroristas.
No
obstante los esfuerzos que se hacen para alcanzar un mayor nivel de
“bancarización” en el país. Aún no se tienen cifras exactas sobre el tema y
todavía se discute qué es “bancarización”. ¿Cuándo una persona está
“bancarizada”? ¿Bastará sólo hacer una transacción por el celular para decir
que eso es “bancarizada”?
En esta
misma perspectiva, la “cooperativización” también podría tener limitaciones en
el futuro. ¿Será suficiente que una persona se inscriba en una cooperativa para
decir que es “cooperativista”? ¿Qué es ser “cooperativista”? Es necesario
distinguir entre los aportes a la cooperativa y los ahorros personales. La
educación cooperativa es clave para responder estas interrogantes.
Entre las
grandes finanzas y el cooperativismo hay una bisagra llamada “microfinanzas”.
El microcrédito que un banco no lo puede otorgar, pero sí una cooperativa,
desde hace más de treinta años lo hacen las cajas municipales, financieras,
cajas rurales, Edpyme y organizaciones no gubernamentales de desarrollo. Los
bancos comunales reflejan esa mistura entre microfinanzas y cooperativismo en
el ámbito de las finanzas populares y economía solidarias.
En Perú se
prevé alcanzar el 50% de “bancarización” en tres años aproximadamente y el 60%
en cinco años, usando la tecnología de las telecomunicaciones y la banca móvil.
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